Conectar antes de corregir: El poder del vínculo en la primera infancia
- 1 sept
- 2 Min. de lectura
Inspirado en Daniel Siegel
Imagina esta escena: tu hijo pequeño tira su plato al suelo por tercera vez en el almuerzo. Estás cansado, te frustra limpiar otra vez y sientes que ya no sabes cómo hacer que "entienda". Lo más natural en ese momento sería gritar o corregir de inmediato. Pero… ¿y si en lugar de corregir, primero conectaras?

La crianza en la primera infancia (de 0 a 6 años) es una oportunidad única para formar las bases del cerebro emocional y construir el tipo de relación que tu hijo recordará toda la vida. Según el Dr. Daniel Siegel, neurólogo y psiquiatra infantil, cuando los niños se sienten vistos, seguros y calmados, su cerebro puede aprender y autorregularse de forma más saludable. Pero cuando se sienten atacados, juzgados o solos, se activa la parte más primitiva del cerebro: la de la defensa, no la del aprendizaje.
¿Qué significa “conectar antes de corregir”?
No se trata de dejar que tu hijo haga lo que quiera ni de evitar los límites. Se trata de responder en lugar de reaccionar. La conexión crea el puente por el que puede pasar la enseñanza.
🌱 Los 4 pasos: Pausa – Valida – Conecta – Guía
1. Pausa
Tómate un respiro. Respira profundo. Antes de hablar, observa cómo te sientes. Si tú estás alterado, no podrás ayudar a calmar a tu hijo.
2. Valida
Nombrar lo que tu hijo siente le ayuda a comprender su mundo interior:
“Veo que estás muy molesto porque se acabaron las uvas” o “Parece que estás cansado y eso te frustra”.
Validar no es lo mismo que justificar el comportamiento.
3. Conecta
Agáchate a su nivel, míralo a los ojos, háblale con voz calmada. El contacto físico suave (una mano en el hombro, un abrazo) puede ser muy reparador. Este paso crea seguridad emocional.
4. Guía
Una vez que tu hijo esté más tranquilo, puedes guiarlo:
“Los platos no se tiran. Si estás molesto, puedes decírmelo con palabras o levantar la mano”.
Aquí estás enseñando, no solo corrigiendo.
🧠 ¿Por qué funciona?
El cerebro del niño aún no puede regular emociones por sí solo. Necesita el "cerebro prestado" del adulto para calmarse.
Cuando se siente visto, su sistema nervioso se relaja y está listo para escuchar.
Se fortalece el vínculo de confianza, que es la base para una disciplina efectiva a largo plazo.
Ejemplo real:
Tu hijo de 3 años empuja a su hermanito.
Pausa: Respiras antes de reaccionar.
Valida: “Estás molesto porque querías ese juguete”.
Conecta: Lo abrazas suavemente o simplemente lo miras con ternura.
Guía: “No podemos empujar. Vamos a pensar en una forma de compartir”.
Pregunta para reflexionar:
¿Estoy corrigiendo desde la conexión o desde la reacción?
Cada momento difícil puede ser una oportunidad para acercarnos más a nuestros hijos y enseñarles desde el amor.



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